sábado, 15 de octubre de 2016

PSICOANÁLISIS Y MEDICINA lecturas curso introductorio al psicoanálisis



PSICOANÁLISIS Y MEDICINA
Madrid, 1984
Dr. Miguel O. Menassa

¿Quién será el juez acerca de la cientificidad del psicoanálisis, o bien, acerca de la eficacia terapéutica de su método y su técnica?
¿Es el psicoanálisis una rama de la medicina, o es una filosofía total que experimenta sobre el paciente neurótico nuevos métodos terapéuticos frutos de la medicina?
Me resultaría fácil y cómodo ponerme de acuerdo con alguna de estas dos tendencias acerca del problema, con lo cual conseguiría que por lo menos los médicos o bien los psicoanalistas estuvieran de mi parte. Si me animara podría opinar como opinan los médicos: que no hay nada del campo médico en lo cual pueda entrometerse el psicoanálisis, que por otro lado no reúne las condiciones de objetividad que proporciona una garantía apropiada al tratamiento y/o a la curación de las enfermedades que padece el ser humano actual. Y, por otro lado, he visto en Madrid gritar a los psicoanalistas por la calle que nada tenían que ver con la medicina, que en realidad la medicina que toca el psicoanálisis -yo mismo lo he dicho- era la mancha que el psicoanálisis arrastraba desde su fundación, en tanto había nacido para curar, y que después, al transformarse en una teoría científica, padecía aún de aquella mácula. ¿Qué psicoanalista actualmente, a pesar de las pretensiones teóricas del psicoanálisis, no quiere curar cuando trabaja, no tiene ambiciones de curar cuando practica el psicoanálisis?

Esta ambición de curar sería para el mismo psicoanálisis un defecto del psicoanalista.
Freud mismo nos dice en sus escritos de la fundación, previos a la escritura de La Interpretación de los Sueños -donde por primera vez se pone un límite teórico a la palabra inconsciente fundándola como concepto-, que en su práctica médica cotidiana sólo sentía tranquilidad cuando alguien le contaba un sueño, es decir, cuando el paciente se dignaba a hablarle de algo que podía entender por conocer su modo de producción. La medicina nunca comprendió y no comprende actualmente al paciente neurótico, al paciente nervioso. En los ambulatorios de Madrid, el 50% de los pacientes están desatendidos médicamente porque concurren con padecimientos de enfermedades llamadas mentales, y los ambulatorios, a pesar de ser un servicio médico, no tienen asistencia médica específica para este tipo de enfermedades.
Pacientes que no solamente están desatendidos porque no encuentran el especialista apropiado, sino también, porque cuando se los trata, son utilizados como cobayos de experimentación de nuevas técnicas, de nuevos procedimientos, habiendo, según el psicoanálisis y no la medicina, una teoría científica que daría cuenta del proceso de producción de la enfermedad nerviosa, y por lo tanto del proceso terapéutico, que haría posible su transformación en el sentido de una curación.
Sin embargo, existiendo esta teoría científica, la medicina experimenta sobre el paciente neurótico nuevos métodos terapéuticos frustros, en tanto ninguno de ellos tiene en cuenta el descubrimiento psicoanalítico que hace posible ingresar en ese campo "tan misterioso" de las neurosis. La enigmática histeria -diría Freud- propone, en su modo de mostrarse, un desvió en el pensamiento médico y psicológico de la época, que es nuestra época, porque 100 años, 80 años, es muy poco tiempo para una ciencia. La física de Galileo tardó 2.000 años en utilizar las magnitudes geométricas, fórmula abstracta, vacía, con la que por fin podrá producir la fórmula de la velocidad. Es decir, la física tarda dos mil años en tomar un instrumento de conocimiento, algo que las matemáticas utilizaba dos mil años antes. Ochenta años, entonces, para una ciencia, es el tiempo del nacimiento de la ciencia. Estamos viendo nacer una ciencia, estamos viendo abrirse un nuevo continente, así como se abrieron las matemáticas, la física, ahora vemos abrirse ante nosotros un nuevo continente, que es el continente de los procesos inconscientes.
Ese modo de presentarse de la histeria, hace suponer a Freud que hay una energía afectiva -y esto es la primera vez que se pensaba en el contexto de la medicina y de la psicología- capaz de derivarse, al no encontrar el modo apropiado de descarga, en una inervación somática y producir una transformación en el cuerpo biológico. Y aquí donde todavía no estamos en el inicio del psicoanálisis, sino en su tiempo precientífico previo a La Interpretación de los Sueños, ya Freud comete la gran injuria para el pensamiento médico y psicológico, ya que atribuye a la afectividad, a los sentimientos, la capacidad de enfermar el organismo.

¿Quién podrá ejercer esta disciplina, entonces, como nueva medicina?
¿Quién es el que está formado para ejercerla?

¿Dónde se transmite la experiencia que permitirá curar enfermedades que todavía no fueron concebidas por la medicina como tales?
Si prestamos atención, veremos que muchas veces frente a un histérica, antes de pensar que está enferma, pensamos que finge, que es una mentirosa. Aún hoy el síntoma histérico es mal visto, como si no fuera una enfermedad sino un vicio o un capricho. Primero se pensaba que eran las afecciones orgánicas las que producían los síntomas histéricos.
¿A quién se le hubiera ocurrido pensar que esta leve afonía que padezco hoy, tiene que ver con esta exposición que estoy dando? Eso solamente se le hubiera ocurrido a Freud.
¿A quién se le hubiera ocurrido pensar que el amor que tenía Elizabeth por su cuñado, que ese afecto, esa sensación de ternura que ella sentía por ese hombre, al ser reprimido, al no ser reconocido como amor, al no ser reconocido como afecto iría provocando cuantiosos síntomas con los cuales Elizabeth acude a la consulta de Freud?
Psicoanálisis, medicina, como había dicho, no para ponerme de parte de unos o de otros sino para comenzar un diálogo. Hay enfermedades que normalmente son crónicas para la medicina y que para el psicoanálisis se transformarían en enfermedades agudas. Por ejemplo: la úlcera comienza cuando uno es muy jovencito con una especie de gastritis, una especie de avidez, de rabia por todo lo que ocurre a nuestro alrededor, una especie de impotencia para hacer aquello que nos es encomendado por los otros, primero por nuestros padres, después por nuestros maestros, después por nuestro coronel en la mili, después por nuestra mujer, después por nuestro jefe en el banco. Ya para entonces, en el banco, la gastritis se ha transformado en una pequeña ulcerita, y una pequeña ulcerita quiere decir una pérdida de sustancia. A nadie se le ocurriría cortarse un dedo, o mejor dicho a Van Gogh se le ocurrió cortarse la oreja y todos ustedes pensaron que estaba loco. Sin embargo hay millones de personas que son capaces de cortarse un poquito de estómago y nadie piensa que ellos están locos. Pero está tan loco aquél que se quita un pedacito de estómago, como el que se corta un dedo o el que se corta la oreja como Van Gogh. La ventaja fue para Van Gogh porque además pintaba.
Llevado por este dilema, Freud, que estaba tratando de hacer entender que el psicoanálisis era una disciplina científica, escribe en el año 1926, precisamente el título de esta charla.
De Freud voy a tomar la definición de curandero, haciéndole de paso una crítica a Bunge.
"Curandero es quien emprende un tratamiento sin los conocimientos y la capacidad indispensables para llevarlo a cabo."

Digo que de paso le hacemos una crítica a Bunge porque Bunge trata al psicoanálisis sin poseer los conocimientos y la capacidad indispensables para llevarlo a cabo, porque para poder leer el psicoanálisis hay que comprender que el psicoanálisis cuando se funda como disciplina científica, funda además una nueva filosofía de la producción del conocimiento científico. Quiero decir, que si no poseo los instrumentos que el psicoanálisis me da en su producción, no puedo leer el psicoanálisis. Por lo tanto, Bunge es un curandero porque emprende un tratamiento -la lectura de la disciplina psicoanalítica- sin poseer los conocimientos y la capacidad indispensable para llevar a cabo este tratamiento que sólo puede ofrecer la teoría psicoanalítica. Cuando egresé de la Facultad de Medicina estaba preparado, como bien dice el diploma, para todo lo que se refiera a la clínica y a la cirugía, tanto que se me nombra aquí en España licenciado en esos temas. Entonces, soy licenciado de algo que se me va a escapar de las manos, ya que el 30% de los casos quirúrgicos en realidad se resuelven en la interpretación de las situaciones de relaciones sociales o intersubjetivas que el sujeto padece.
Y ahora atento verdaderamente contra la medicina cuando digo que, de las llamadas enfermedades clínicas, son psicosomáticas: el 83% de las enfermedades de la piel, el 93,8% de las enfermedades ginecológicas, el 50% de los infartos de miocardio, el 100% de las asmas bronquiales, el 100% de las úlceras gástricas, el 100% de los dolores de cabeza, los dolores musculares, las impotencias genitales, la frigidez, los mareos matinales, la sensación de náusea matinal o nocturna según las estaciones, las alergias, la obesidad y ciertos tipos de cánceres.
Entonces, medicina y psicoanálisis, es una manera de llamarnos la atención acerca de nuestra ignorancia. Medicina y psicoanálisis para llamarnos la atención acerca del bombardeo de medicamentos a los cuales todos estamos acostumbrados, tanto los pacientes clínicos, como los llamados pacientes psiquiátricos: una pastilla para que no deliren, como si todo el mundo hablara correctamente -porque delirar es una manera diferente de hablar-. No todo el mundo habla correctamente, pero no a todo el mundo se le dice que está loco, que está delirando.
Si uno delira, que es hablar de una manera diferente, nadie quiere escuchar lo que dice y además le llaman a uno delirante. Entonces, una pastillita para no delirar. Como la pastillita para no delirar tiene que ser tan fuerte, más fuerte que los modelos ideológicos que no pudieron impedir el delirio, hay que darle otra pastillita para que pueda caminar, porque las pastillitas para el delirio, normalmente no solamente aplacan el delirio sino que aplacan las ganas de caminar, es decir, las ganas de vivir. Entonces, una pastilla para aplacar el delirio, otra pastillita para poder caminar.
La mayoría de las pastillitas para el delirio producen una especie de temblor, entonces hay que dar una tercera pastillita para el temblor, porque si no el paciente se asusta porque ya no delira pero ahora tiembla y no puede caminar. Entonces, no le conviene de ninguna manera la sanidad que le proponen, ¿a qué loco le conviene esa sanidad? Por lo tanto, volverá al neuropsiquiátrico o a la clínica, volverá loco porque la sanidad que le proponen es un sanidad donde tiene miedo todo el día porque tiembla y no puede caminar. Entonces, el loco prefiere su delirio que no solamente le hace caminar, le hace volar, le hace conocer regiones escondidas, regiones ignotas.
Entonces, habrá que proponerle al paciente, está claro, algo que la medicina no tiene para proponer, que es otra mirada, otra visión sobre la problemática que lo aísla volviéndole loco. La medicina no tiene otra visión, la medicina lo que tiene son medicamentos para curar enfermedades que entran dentro del capítulo de enfermedades.
Curandero es quien emprende un tratamiento sin poseer los conocimientos y la capacidad indispensable para llevarlo a cabo.

Los licenciados en psicología, al aprobar la última materia, no están capacitados para entrar en el mundo del inconsciente y si lo hacen son curanderos si todavía no cumplen con los requisitos de ser psicoanalistas, requisitos que hasta el mismo Freud dudaba en dar y que hoy intentaré hacerlo, no sé si para conseguir algo o para que ustedes tengan la cuestión de cómo es la formación en esta disciplina que escapa al campo de la medicina, que escapa al campo de la psicología, pero que tiene que ver tanto con una como con otra.
En tanto a la medicina le propone que el cuerpo no es el rey de ese universo en el que ella entonces acontece, sino que ahora hay una reina que comparte estos halagos: la psiquis, el alma, que no solamente sirve para que tengamos culpa, sino que es capaz de provocar con sus vicisitudes transformaciones de lo que reina, es decir, de nuestro propio cuerpo.
Les recomiendo leer un trabajo de Freud muy interesante que se llama Psicoterapia por el Espíritu, donde dice que la muerte acontece por los mismos mecanismos por los cuales acontecen las náuseas matinales. Que morir también es un deseo, que los animales mueren cuando les toca, que a los animales se les detiene el corazón; a los hombres se les detiene el deseo, lo que se cierra no son los ojos, es el deseo de mirar el que se agota. No es el corazón el que se para, no estalla el corazón en el infarto, lo que acaba de estallar es un deseo, un sentimiento.
Continuadores en este sentido, del gran paso que da Freud hacia una medicina más humana, han hecho investigaciones que les llevaron a determinar que el organismo tiene dos maneras de enfermarse en el proceso de intersubjetividad o en el proceso psicológico de la enfermedad: una de esas maneras es una manera neurológica de enfermarse que se llama organoneurosis por ocurrir en los órganos, como la úlcera, la gastritis, y otra es una manera loca de enfermarse, una manera psicótica, la úlcera que después se perfora y sangra perdiendo sustancia, o el cáncer que reemplaza con un tejido novedoso para el organismo, (el tejido canceroso) un tejido atípico, un cuerpo extraño como el pensamiento que lo vuelve loco, una célula como un pensamiento extraño a nuestros pensamientos cotidianos; un amor desfachatado, un amor rebelde, un amor que ocurre donde no tiene que ocurrir, un deseo extraño. Una perversidad de mi ser que se hace célula distinta, atípica, perversa, comparada con el resto de las células.
Estos procesos psicóticos que se dan en el organismo determinan destrucción de tejido, pérdida de tejido, construcción de tejido extraño, ideas delirantes extrañas a la personalidad del sujeto.
Elizabeth, Lucy, Catalina le decían a Freud: es más fuerte que yo doctor, es algo que no controlo. Como el crecimiento atípico del cáncer o de las enfermedades del colágeno que se producen por un especie de choque antígeno anticuerpo, por un desconocimiento celular, por algo extraño que ocurre. Enfermedades que producen desde deformaciones, normalmente en las articulaciones, en el tejido conjuntivo, hasta la muerte, en las que la medicina ha resultado ineficaz en su tratamiento.
No quiero tampoco hacer una afirmación exagerada, en el sentido que fueran a entender que el psicoanálisis es capaz de curar el cáncer pero sí me atrevería a decir que ya hay una jurisprudencia sentada, libros que hablan de eso, donde se han producido transformaciones, podríamos decir espectaculares, acerca del tiempo de evolución de ciertas células cancerosas durante ciertos tratamientos psicoanalíticos de esta enfermedad.
El tiempo de esta conversación no comenzó exactamente cuando yo empecé a hablar, sino con el primer anuncio que nosotros pusimos de esta charla y se cometió un error de imprenta, donde apareció la expresión "Psicoanálisis y Medicina" transformada en "Psicología y Psicoanálisis". Como los periodistas son tan reacios al psicoanálisis pensé que era un aviso que nos hacían donde parecían advertir que para difundir el psicoanálisis no sólo van a tener que luchar contra la medicina sino que también van a tener que luchar contra la psicología, de la que nosotros, los periodistas, somos simpatizantes.
En un principio censuré este pensamiento por paranoico, considerando que los psicoanalistas llegamos a pensar mal de todo el mundo. Sin embargo luego, en las tarjetas de invitación a esta charla, otro tipógrafo puso psicoanalista con minúscula y médico con mayúscula, como si el psicoanalista fuera un calificativo de médico, cuando el psicoanálisis es una ciencia, mientras que la medicina es una disciplina que no se sabe aún si lo es, tanto que, una entrevista clínica puede modificar un diagnóstico bioquímico de laboratorio, o sea, una disciplina que no se sabe aún si es científica, hasta el punto que los médicos preferimos que nos llamen artistas de la curación a que nos llamen científicos.
Recordemos la historia de Sydenham cuando un médico joven se le acerca a preguntarle qué tiene que leer para ser un mejor médico y él le dice: hijito, lea a Shakespeare.
El psicoanálisis es otro campo, es una disciplina que pretende ser una ciencia fundada como tal en La Interpretación de los Sueños, producto de un proceso teórico escritural, cuya lectura productiva permitirá que se genere en nosotros lo que en esta obra se materializa como efecto de conocimiento: el concepto que da cuenta de los procesos llamados inconscientes. Este inconsciente producido por Sigmund Freud, no tiene que ver ni con el inconsciente que él mismo hablaba cuando trataba a sus histéricas, ni con el inconsciente de los psicólogos, ni con el inconsciente de los filósofos.
La filosofía del inconsciente de Von Hartmann, discípulo de Schopenhauer, no es la filosofía del concepto inconsciente, porque para Hartmnan el inconsciente o lo inconsciente es todo aquello que no es consciente, y eso no es el inconsciente freudiano, sino una confusión acerca del inconsciente freudiano, que la tiene también Levi-Strauss al confundir, en todos los casos, lo inconsciente con lo no consciente. Es como pensar que el fundamento interno del neutrino, en física, que no se conoce porque todavía no ha sido teorizado, es inconsciente. Pensar que la estructura interna del neutrino es inconsciente porque no se conoce conscientemente es un error, es pensar la materia física como inconsciente.
Como inconsciente lo que se tiene que pensar es un concepto teórico que da cuenta de determinadas variables y bajo determinadas invariantes y en ningún otro caso. Por lo tanto, el psicoanálisis es un campo, más reducido que el campo de la medicina.
La medicina en ese no saber, en ese porvenir ideológico-artístico, puede tener la pretensión de abarcarlo todo, también las enfermedades mentales. Porque si bien el psicoanálisis no es una rama de la medicina, la psiquiatría sí lo es.
En cambio, el psicoanálisis ve reducido su campo, precisamente por haberse constituido como disciplina científica, a los fenómenos que acontecen en los límites que ella misma determina en su concepto de campo: el concepto de aparato psíquico, donde lo que acontece no es la realidad -y para la medicina lo que acontece es la realidad- sino la realidad psíquica.
Realidad psíquica que comienza llamándonos la atención como médicos a partir de 1893, cuando en el estudio de las pacientes histéricas Freud deduce que las cargas afectivas al ser reprimidas son capaces, con tal de expresarse, de dejar de ser sentimientos para transformarse en síntomas que en todos los casos, por tratarse en el histérico del mecanismo de conversión, anidan en su propio cuerpo.
Durante mucho tiempo se agrupó a las enfermedades de la piel entre las llamadas enfermedades psicosomáti- cas, y las enfermedades psicosomáticas tienen como característica que los órganos que quedan afectados durante su proceso, están inervados en todos los casos, no por el sistema nervioso central, el sistema de la inteligencia, el sistema de la conciencia, sino por un sistema nervioso que se le llama autónomo, porque no depende estrictamente del sistema nervioso central, y que se le llama neurovegetativo.
Más que por un proceso de lenguaje, más que por una historia, la enfermedad psicosomática se va a producir por deficiencias o aumentos de tensiones afectivas en niveles primitivos casi nunca accesibles a la conciencia.
En las últimas investigaciones acerca de estas enfermedades, se determinó que las enfermedades de la piel no corresponden al género de las psicosomáticas. Las enfermedades de la piel -ese 83% que les dije antes- son síntomas histéricos, es decir, que la piel no está inervada por el sistema autónomo sino por el sistema nervioso central, por lo tanto, puede acontecer sobre la piel el sistema de conversión histérica. Un afecto que deriva su intensidad a una inervación somática del sistema nervioso central, aquél de la conciencia y de la inteligencia.
Leyendo para la preparación de la charla de hoy el texto Psicoanálisis y Medicina (Análisis profano), cuya lectura les aconsejo, Freud explica a un interlocutor ficticio cómo es que funciona el psicoanálisis, y lo va llevando mediante esta conversación. Esta dialéctica de la conversación es el síntoma patognomónico de todas las ciencias conjeturales que más que ciencias, parecen conversaciones entre amigos, pero que son ciencias, se precian de serlo y de constituirse como tales.
Tanto es así, que cuando Freud estaba viejo y un poco enfermo, escribía como si fuera a dictar una conferencia, es decir, como si estuviera conversando, hablando a alguien. El texto Esquema del psicoanálisis, de 1939, está escrito como si estuviera dando una conferencia, no le está hablando a nadie porque él entre otras cosas no puede hablar, pero escribe un habla.
Llega el diálogo, en esta conversación, hasta un punto culminante donde pone en boca de su interlocutor la pregunta de ¿cuáles son las condiciones requeridas para ejercer el psicoanálisis? Nosotros estamos preocupados por esta transmisión, por lo que pasaremos a enumerar las leyes mínimas que surgen de los mismos textos de Freud:
a) Psicoanálisis personal. Cuando al interlocutor ficticio de Psicoanálisis y Medicina Freud le habla de la sexualidad, parece que hace "caras", entonces Freud le dice que no se ha podido entender lo que le ha querido decir porque le da asco la sexualidad, por lo tanto, yo, en ese párrafo de Freud de 1926 leo lo siguiente: No hay posibilidad de entrar en el campo psicoanalítico con ascos, temores e inhibiciones a mi propia sexualidad, porque si tengo ascos, temores e inhibiciones a mi propia sexualidad no podré entender aquello que el psicoanálisis me propone: que la sexualidad humana es la materialidad donde se desarrollan los procesos inconscientes.
Muy poco podré saber del psicoanálisis, -dice Freud- si no consigo psicoanalizar en mí, primero aquellos motivos que me hacen imposible el acceso a semejante teoría.
El método psicoanalítico requiere para su utilización, disponer del deseo inconsciente del practicante. Sin deseo de ser psicoanalista no existe la posibilidad de la realización de lo que por ahí se anda llamando acto psicoanalítico. Difícilmente un practicante que no pueda hablar de cómo él fue puesto en situación de que le fuera transmitido el psicoanálisis podrá a su vez trasmitir el psicoanálisis.
Tratándose del trabajo del habla, se trata del trabajo sobre el imaginario de las personas, y el imaginario de las personas es, en todos los casos, uno diferente a otro. Mientras cada imaginario es diferente, cada transmisión es diferente, no hay transmisión generalizada, hay transmisión del psicoanálisis para quien a partir de su propio camino, es decir, su propio imaginario, sea capaz de construir el espacio y el tiempo para poder trabajar sobre los procesos, sobre los productos del trabajo inconsciente.
b) Otro requisito de la formación es el estudio sistemático del psicoanálisis como ciencia, como teoría científica, ahí donde se funda como tal, es decir, en los textos de Freud y Lacan.
Decir que no hubo ningún autor psicoanalítico después de Freud es mentira, pero decir que hubo muchos es tener esperanzas. Ninguna de las dos cosas conviene, ni mentir ni tener esperanzas.
Entonces, el estudio sistemático que por ahora requiere la Escuela, es el psicoanálisis de las obras de Freud y Lacan. El resto nos imaginamos que tendrá que ser parte de la cultura que todo psicoanalista tendrá que tener acerca del campo en el cual trabaja.
c) En tercer lugar, la producción por el aspirante a psicoanalista de una escritura que dé cuenta del modo de producción que hizo posible, que a él particularmente le fuera transmitido el psicoanálisis. Es decir, que uno de los requisitos que le pone la Escuela al candidato, es que pueda escribir acerca del proceso que él mismo vivió, tan particular, en el acceso al tiempo en que le fuera posible que alguien, no interesa quién, le pudiera transmitir el psicoanálisis.
Sin esta escritura estaríamos en el tiempo donde Freud pensaba que la sugestión era buena, y si la sugestión es buena lo que es bueno es la imitación. La novedad psicoanalítica es transformar el concepto de sugestión en el concepto de transferencia. Para que esto fuera posible hubo que generar primero el concepto de libido.
Es decir, bajo el fundamento de la libido, es donde se hace posible transformar la teoría de la sugestión en el concepto de transferencia. Así, el concepto de libido hace posible transformar el método catártico, un método intelectual, donde se creía que si el paciente recordaba la escena traumática, curaría; en el método psicoanalítico donde ya para que sea posible que la palabra cure, tiene que haber movilización de fuerzas, es decir, que el recuerdo no es suficiente si no moviliza, en el hecho de recordar, las fuerzas que fueron reprimidas conjunta- mente con la escena recordada.
Y esto es lo que el psicoanálisis denomina transferencia.
El modo de transmisión del psicoanálisis es el proceso transferencial vivido por el aspirante a psicoanalista, si quiere con su propio psicoanalista, porque puede ser con alguno de sus profesores, con alguno de sus compañeros, o con una página escrita. Se trata, entonces, de producir una escritura que dé cuenta del proceso transferencial vivido por el aspirante, personalísimo, que lo hace acceder al momento de la transmisión.
d) El candidato debe, en algún momento de su carrera psicoanalítica, practicar como paciente el psicoanálisis grupal, y esto no sólo porque nosotros tengamos la pretensión de ser un grupo, sino porque para Freud el psicoanálisis es un hecho exquisitamente comunitario. Es decir, no hay psicoanálisis sin intersubjetividad, no hay psicoanálisis sin palabras, no hay psicoanálisis sin la materialidad que brinda para ello el sistema de la lengua y sus inscripciones sociales.
e) Por último, se requiere que el candidato a psicoanalista sea alguien que sin deberse a nada pueda luchar, pueda poner su palabra, pueda poner su conocimiento a disposición de todos aquellos procesos de engrandecimiento de los límites de la vida humana actual, empobrecido como sabemos por los modelos ideológicos, que son los que determinan el modo en que nos educan en la universidad, el modo en que nos atiende el médico, el modo en que nos enseñan a comer, a vestirnos, a amarnos, a deseamos, que, como ya empezamos a suponer, no es como se dice la forma humana de hacer todas esas cosas, sino que todas esas cosas que hacemos cotidianamente están impregnadas por sistemas que más que tener en cuenta el desarrollo humano que cada uno de nosotros sería capaz de realizar, tienen en cuenta el sostenimiento del sistema ideológico del cual se trata. 

http://www.grupocero.org/EscuelaPsicoanalisis/conferencias/freudlacan1/conferencia6.htm

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