EL DOLOR
Pilar Iglesias Nicolás
PSICOANALISTA
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En las últimas investigaciones que los especialistas en oncología han llevado a cabo, daban la noticia de algo que se les presentaba muy importante para el tratamiento de estos enfermos: el papel que el dolor desempeña a la hora del tratamiento y posible curación de estas enfermedades.
Buscan las bases para pensar el dolor y la explicación de cómo el enfermo soporta en la mayoría de los casos un dolor innecesario, que cree que tiene que ser soportado como parte de la enfermedad.
Estos especialistas opinan que el dolor perjudica y es nocivo para la mejoría y curación.
Todos sabemos de alguna manera, de la influencia que lo psíquico tiene sobre el cuerpo, ahora bien, es ingenuo, es decir peligroso, que tales influencias las consideremos imaginarias, ya que no importa que su causa tenga origen o lesión orgánica, no por eso deja de ser real el dolor, tanto como si hubiera lesión o disfunción.
El dolor que existe en la melancolía, sin que exista lesión corporal, es tan real, tan importante y tan violento como el dolor ocasionado por un órgano lesionado.
Los descubrimientos que el psicoanálisis hace, nos dan las bases para pensar el dolor, sus características y la naturaleza económica del mismo.
Es muy fácil observar que, bajo un dolor o un malestar orgánico, cesa nuestro interés por el mundo en cuanto éste no tenga relación con nuestra dolencia, cosa que nos lo explicita también los versos del poeta, "concentrándose está su alma en el estrecho hoyo de su molar".
Ante el dolor hay grandes acopios de energía, para formar una contracarga en favor de la cual se empobrecen todos los otros sistemas, quedando todas las otras funciones relegadas, o desaparecidas ante el dolor.
También podemos comprobar que los dolores pueden ser provocados o exacerbados cuando dirigimos la atención sobre ellos y que también desaparecen o se atenúan al apartar nuestro interés de él; ejemplo que podemos ver cuando lo empleamos con los niños que se duelen de algo.
Si tenemos que partir de algún punto, partiremos de que el dolor, está, en diversas formas, presente en toda nuestra vida. El psicoanálisis lo descubre como una de las fuentes de excitación sexual en nuestra constitución psíquica. Cada dolor lleva en sí, por muy raro que esto parezca, y por sí mismo, la posibilidad de una sensación de placer, ya que todo proceso algo importante aporta algún componente a la excitación sexual; la excitación provocada por el dolor y el displacer tiene esa consecuencia. Es un mecanismo fisiológico infantil que desaparecerá luego y que variará, según nuestra constitución psíquica.
Podemos ver como un resto el gusto de algunos efectos desagradables en sí, como el temor, el miedo o el horror, que podemos también fácilmente observar cómo se conservan en gran cantidad de nosotros, a través de toda la vida adulta. Constituye la explicación de que tantas personas gusten de experimentar tales sensaciones cuando existe un cierto alejamiento, como en el cine, en el teatro, etc.
También por todos es conocido que el propósito de sanar o el de morir no carecen de importancia para el desenlace de algunas enfermedades, pueden provocar o ayudar a la curación de afecciones corporales. Ahora bien, deberemos tener en cuenta que no se trata de ninguna voluntad consciente de la persona, sino que en eso se juegan otros valores psíquicos de importancia.
El psicoanálisis nos da fundamentos para poder seguir pensando esta cuestión tan importante del dolor. Los hechos en la clínica psicoanalítica nos muestran que una neurosis puede, aparentemente, mejorar cuando se contrae alguna grave enfermedad orgánica o algún otro sufrimiento, como arruinarse. Freud dice, "Un padecimiento queda sustituido por otro y podemos ver que de lo que se trata es de poder conservar cierta medida de dolor".
Pilar Iglesias
0294 4522286
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