sábado, 16 de mayo de 2015

El chiste y su relación con lo inconsciente curso introduccion al psicoanálisis pro. Pilar Iglesias

SIGMUND FREUD
  •  El chiste y su relación con lo inconsciente 

«La brevedad es el cuerpo y el espíritu de todo chiste, y hasta podíamos decir que es lo que precisamente lo constituye»,

Los hombres no se han contentado con gozar de lo cómico allí donde ha aparecido ante ellos, sino que han tendido a sustituirlo intencionadamente. De este modo, como mejor puede llegarse al conocimiento de la esencia de lo cómico es estudiando los medios encaminados a hacer surgir artificialmente la comicidad. En primer lugar podemos hacer surgir lo cómico en nuestra propia persona, con objeto de divertir a los demás, fingiéndonos por ejemplo, simples  o desmallados. Obrando de esta forma creamos la comicidad exactamente, como si la torpeza o tontería fuesen reales. pues provocamos aquella comparación de la que nace la diferencia de gasto, pero no nos hacemos ridículos o despreciables. sino que. en determinadas circunstancias. podemos incluso provocar admiración. pues el sentimiento de superioridad no surge en los espectadores cuando éstos saben que el sujeto finge aquello que le hace resultar cómico, circunstancia que nos proporciona una nueva y excelente prueba de cómo la comicidad es por completo independiente de dicho sentimiento. 


E! humor comprende numerosísimas especies, cada una de las cuales corresponde a la naturaleza peculiar del sentimiento emotivo que es ahorrado en favor del placer humorístico :

RESUMEN DE LAS TÉCNICAS DEL CHISTE:
temos entonces de resumirlas : 
l. 
Condensación :
 a) con formación de palabras mixtas ;
 b) con modificaciones. 
II
Empleo múltiple de un mismo material :
 e) total o fragmentariamente ; 
d) con variación del orden ;
 e) con ligeras modificaciones ; j) con las mismas palabras, con o sin sentido.
 III.
 Doble sentido :
 g) significando tanto un nombre como una cosa ; 
h) significación metafórica y literal ;
 i) doble sentido propiamente dicho Uuego de palabras) ; 
j) equívoco ( double entendre
) ; k) doble sentido con alusión. 

E! humor comprende numerosísimas especies, cada una de las cuales corresponde a la naturaleza peculiar del sentimiento emotivo que es ahorrado en favor del placer humorístico : compasión, disgusto, dolor, enternecimiento, etc. Además, el número de estas especies parece ilimitado, pues los dominios del humor se amplían cada vez que el artista o el escritor logran someter al humorismo emociones que antes reinaban libremente y convertirlas en fuentes de placer humorístico por medio de procedimientos análogos a los de los casos antes examinados. Así, los ilustradores y dibujantes del Simplicissimus han llevado hasta un punto insospechable el arte de extraer humor de lo horrible, cruel o repugnante. Hay que tener también en cuenta que los fenómenos del humor son determinados por dos circunstancias relacionadas con las condiciones de su génesis. El humor puede, en primer lugar, aparecer fundido con el chiste o con cualquiera otra especie de lo cómico, hallándose, en estos casos, encargado de alejar una posibilidad de desarrollo afectivo contenida en la situación y que constituiría un obstáculo para el efecto de placer. En segundo lugar, puede también suprimir este desarrollo afectivo, por completo o sólo parcialmente, caso este último el más frecuente por su sencillez y del que surgen las diversas formas del humor «discontinuo» ; o sea, de aquel humor que sonríe entre lágrimas y que, sustrayéndose al afecto una parte de su energía, le da, en cambio, el acompañamiento humorístico. El placer humorístico que conseguimos al conocer y, por tanto, sentir a posteriori algo que ha sucedido a otra persona nace, como pudimos ver en los ejemplos que anteceden, de una técnica especial, comparable al desplazamiento, por medio de la cual queda hecho superfluo el desarrollo afectivo que nos hallá­ bamos dispuestos a llevar a cabo y es guiada la carga psíquica hacia otro elemento con frecuencia accesorio. Pero con esto no ganamos nada para la comprensión del proceso por medio del cual se realiza en la persona humorística el desplazamiento que la aleja del desarrollo afectivo. Vemos que la persona receptora realiza, por imitación, los procesos anímicos que antes se desarrollaron en el sujeto ; pero esta observación no nos proporciona dato alguno que nos aproxime al conocimiento de las fuerzas que hacen posible este proceso imitativo. Podemos decir únicamente que cuando alguien consigue, por ejemplo, sobreponerse a un afecto doloroso, comparando la magnitud de los intereses universales con la propia pequeñez individual, no vemos en ello un rendimiento del humor, sino del pensamiento filosófico, y no logramos tampoco consecución ninguna de placer al trasladarnos al proceso mental del sujeto. El desplazamiento humorístico es, pues, tan imposible cuando nuestra atención vigila como, en igual caso, la comparación cómica, y se halla, por tanto, ligado como la misma a la condición de permanecer preconsciente o automático. Sólo considerando el desplazamiento humorístico como un proceso de defensa podremos establecer algunas conclusiones sobre él. Los procesos de defensa son los que en lo psíquico corresponden a los reflejos de fuga, y su misión es la de evitar el nacimiento de displacer producido por fuentes internas. Constituyen, la más profunda sabiduría y las más nobles intenciones, y ha hecho de él el representante simbólico de un idealismo que cree en la realización de sus fines, cumple exactamente lo que supone su deber y es fiel a la palabra dada, cesa el héroe cervantino de parecer· nos cómico. Análogamente a como surgía antes el placer humorístico por la evitación de sentimientos emotivos, nace ahora por la perturbación del placer cómico. Mas estos ejemplos nos alejan en demasía de los casos simples de humorismo. 
pues, una especie de regulación de la vida anímica ; pero por su automatismo llegan a resultar perjudiciales y tienen, por tanto, que ser sometidos al dominio del pensamiento consciente. Así, de una clase especial de esta defensa, la represión fallida ha demostrado que constituía el mecanismo de la génesis de las psiconeurosis. Podemos ahora considerar el humor como la principal de estas funciones de defensa, que --a diferencia de la represión-- desprecia sustraer a la atención el contenido de representaciones ligado al efecto doloroso, y de este modo domina al automatismo defensivo. Para conseguirlo encuentra además el medio de despojar de su energía a la preparada producción de displacer y la convierte en placer sometiéndola a la descarga. Es también sospechable que sea de nuevo la conexión con lo infantil lo que le permite llevar a cabo esta función, pues en la vida del niño se producen intensos efectos dolorosos, de los que el adulto reiría como ríe el humorista de los de igual género que le asaltan en la edad madura. Aquella superioridad del propio yo, de la que testimonia el desplazamiento y cuya interpretación podría muy bien encerrarse en la fórmula : «Soy ya demasiado grande para que esto pueda causarme disgusto», pudiera muy bien ser el resultado de la comparación efectuada por el sujeto de su yo presente con su yo infantil. Esta hipótesis parece, hasta cierto punto, robustecida por el papel que desempeña lo infantil en los procesos neuróticos de represión. En conj unto, se halla el humor más cerca de la comicidad que del chiste. Con la primera tiene de común la localización psíquica en lo preconsciente, mientras que el chiste queda formado, como antes dedujimos, a manera de transacción entre lo inconsciente y lo preconsciente. En cambio, no tiene el humor participación alguna en un singular carácter en el que coinciden el chiste y la comicidad y que quizá no hemos hecho resaltar hasta ahora suficientemente. Es condición de la génesis de lo cómico que nos veamos impulsados a emplear, simultáneamente o en rápida sucesión, para la misma función representativa, dos distintas formas de representación, entre las cuales se realiza luego la «comparación», de la que resulta la diferencia de gasto. Tales diferencias de gasto nacen entre lo extraño y lo propio, lo habitual y lo modificado, lo esperado y lo sucedido 621 . En el chiste, la diferencia entre dos diversas interpretaciones que laboran con distinto gasto adquiere tan sólo un valor con relación al proceso que se realiza en el oyente. Una de estas interpretaciones recorre, obedeciendo a las indicaciones contenidas en el chiste, el camino que el pensamiento ha seguido antes a través de lo inconsciente, y la otra permanece en la superficie y presenta al chiste como una expresión verbal preconsciente devenida consciente. No sería quizá muy equivocado derivar el placer que nos produce el chiste oído de la diferencia de estas dos formas de representación 622 . Lo que aquí decimos del chiste es lo mismo que antes, cuando desconocía- 621 No temiendo violentar un relato, el concepto de expectación puede atribuirse, a ejemplo de Lipps. un amplísimo campo, dentro de lo cómico. a la comicidad de la expectación ; mas precisamente los casos más primitivos de la comicidad, que son los que surgen de la comparación de un gasto ajeno con el propio, serian Jos que menos se adaptasen a esta hipótesis. 622 Podemos aceptar, desde luego, esta fórmula, pues no contiene nada que contradiga las conclusiones a que anteriormente nos ha llevado nuestra investigación . La diferencia entre los dos gastos tiene que reducirse, en lo esenciaL a[ gasto de inhibición ahorrado. La [�lita de este ahorro de inhibición en la comicidad y la desaparición del contraste cuantitativo en el chiste condicionarían, dada una total coincidencia de carácter de las dos distintas labores representativas para la misma interpretación, la diferenciamos aún la relación del mismo con la comicidad, describiamos di<;:jendo que el chiste poseía una doble faz, como Jano 623 . En el humor pasa a último término el carácter que aquí aparece en el primero. Experimentamos, ciertamente, el placer humorístico allí donde es evitado un sentimiento emotivo que esperábamos como inherente a la situación, y hasta este punto cae también el humor bajo el concepto, ampliado, de la comicidad de la expectación. Mas en el humor no se trata ya de dos formas representativas del mismo contenido. El hecho de que la situación es dominada por los sentimientos emotivos de carácter displaciente que deben ser evitados pone fin a la posibilidad de comparación con el carácter de lo cómico o del chiste. El desplazamiento humorístico es, en realidad, un caso de aquel aprovechamiento de un gasto sobrante que tan peligroso demostró ser para el efecto cómico. (8) Una vez que hemos logrado reducir también el mecanismo del placer humorístico a una fórmula análoga a las que hallamos para el placer cómico y para el chiste, tocaremos el término de nuestra labor. El placer del chiste nos pareció surgir de gasto de inhibición ahorrado ; el de la comicidad, del gasto de representación (de catexis) ahorrado , y el del humor, de gasto de sentimiento ahorrado. En los tres mecanismos de nuestro aparato anímico proviene, pues, el placer de un ahorro, y los tres coinciden en constituir métodos de reconquistar, extrayéndolo de la actividad anímica, un placer que se había perdido precisamente a causa del desarrollo de esta actividad, pues la euforia que tendemos a alcanzar por estos caminos no es otra cosa que el estado de ánimo de una época de nuestra vida en la que podíamos llevar a cabo nuestra labor psíquica con muy escaso gasto ; esto es, el estado de ánimo de nuestra infancia, en la que no conocíamos lo cómico, no éramos capaces del chiste y no necesitábamos del humor para sentirnos felices en la vida. 623 Pero la singularidad de la double face no ha escapado, naturalmente, a los investigadores. Mélinand, del que he tomado esta expresión ( «Pourquoi rit-on ?>>, en Revue des Deux Mondes, febrero 1 895), encierra la condición de la risa en la siguiente fórmula : Ce qui fait rire, c'est ce qui est d lafois, d'un cóté, absurde, et. de fautre, familier. Esta fórmula se adapta más al chiste· que a lo cómico, pero, sin embargo, tampoco cubre al primero por completo. Bergson (l. c .. pág. 98) define la situación cómica por la interférence des séries : Une sítuation est toujours comique quand elle appartient en méme temps a deux séries d' évenements absolument indépendantes, el qu' elle peut s' interpreter a la fois dans deux sens tout différents. Para Lipps, la comicidad es ]a «grandeza y pequeñez de la misma cosa>>. 

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