SIGMUND FREUD
- El chiste y su relación con lo inconsciente
- ÍNDICE
- [Descargar_Ensayo_XXV_completo]
- A) PARTE ANALÍTICA [Descargar_Parte_A_completa]
- 1. Introducción [Descargar_Parte_A1]
- 2. La técnica del chiste [Descargar_Parte_A2]
- 3. Las intenciones del chiste [Descargar_Parte_A3]
- B) PARTE SINTÉTICA [Descargar_Parte_B_completa]
- 4. El mecanismo del placer y la psicogénesis del chiste [Descargar_Parte_B4]
- 5. Los motivos del chiste. El chiste como fenómeno social [Descargar_Parte_B5]
- C) PARTE TEÓRICA [Descargar_Parte_C_completa]
- 6. Relación del chiste con los sueños y lo inconsciente [Descargar_Parte_C6]
- 7. El chiste y las especies de lo cómico [Descargar_Parte_C7]
Los hombres no se han contentado con gozar de lo cómico allí donde ha
aparecido ante ellos, sino que han tendido a sustituirlo intencionadamente.
De este modo, como mejor puede llegarse al conocimiento de la esencia de lo
cómico es estudiando los medios encaminados a hacer surgir artificialmente
la comicidad. En primer lugar podemos hacer surgir lo cómico en nuestra propia
persona, con objeto de divertir a los demás, fingiéndonos por ejemplo, simples o desmallados. Obrando de esta forma creamos la comicidad exactamente,
como si la torpeza o tontería fuesen reales. pues provocamos aquella comparación
de la que nace la diferencia de gasto, pero no nos hacemos ridículos o despreciables.
sino que. en determinadas circunstancias. podemos incluso provocar admiración.
pues el sentimiento de superioridad no surge en los espectadores cuando
éstos saben que el sujeto finge aquello que le hace resultar cómico, circunstancia
que nos proporciona una nueva y excelente prueba de cómo la comicidad es por
completo independiente de dicho sentimiento.
E! humor comprende numerosísimas especies, cada una de las cuales corresponde a la naturaleza peculiar del sentimiento emotivo que es ahorrado en favor del placer humorístico :
RESUMEN DE LAS TÉCNICAS DEL CHISTE:
temos entonces de resumirlas :
l.
Condensación :
a) con formación de palabras mixtas ;
b) con modificaciones.
II
Empleo múltiple de un mismo material :
e) total o fragmentariamente ;
d) con variación del orden ;
e) con ligeras modificaciones ;
j) con las mismas palabras, con o sin sentido.
III.
Doble sentido :
g) significando tanto un nombre como una cosa ;
h) significación metafórica y literal ;
i) doble sentido propiamente dicho Uuego de palabras) ;
j) equívoco ( double entendre
) ;
k) doble sentido con alusión.
E! humor comprende numerosísimas especies, cada una de las cuales corresponde
a la naturaleza peculiar del sentimiento emotivo que es ahorrado en favor
del placer humorístico : compasión, disgusto, dolor, enternecimiento, etc. Además,
el número de estas especies parece ilimitado, pues los dominios del humor se
amplían cada vez que el artista o el escritor logran someter al humorismo emociones
que antes reinaban libremente y convertirlas en fuentes de placer humorístico
por medio de procedimientos análogos a los de los casos antes examinados.
Así, los ilustradores y dibujantes del Simplicissimus han llevado hasta un punto
insospechable el arte de extraer humor de lo horrible, cruel o repugnante. Hay
que tener también en cuenta que los fenómenos del humor son determinados
por dos circunstancias relacionadas con las condiciones de su génesis. El humor
puede, en primer lugar, aparecer fundido con el chiste o con cualquiera otra
especie de lo cómico, hallándose, en estos casos, encargado de alejar una posibilidad
de desarrollo afectivo contenida en la situación y que constituiría un obstáculo
para el efecto de placer. En segundo lugar, puede también suprimir este desarrollo
afectivo, por completo o sólo parcialmente, caso este último el más
frecuente por su sencillez y del que surgen las diversas formas del humor «discontinuo»
; o sea, de aquel humor que sonríe entre lágrimas y que, sustrayéndose
al afecto una parte de su energía, le da, en cambio, el acompañamiento humorístico.
El placer humorístico que conseguimos al conocer y, por tanto, sentir a
posteriori algo que ha sucedido a otra persona nace, como pudimos ver en los
ejemplos que anteceden, de una técnica especial, comparable al desplazamiento,
por medio de la cual queda hecho superfluo el desarrollo afectivo que nos hallá
bamos dispuestos a llevar a cabo y es guiada la carga psíquica hacia otro elemento
con frecuencia accesorio. Pero con esto no ganamos nada para la comprensión del
proceso por medio del cual se realiza en la persona humorística el desplazamiento
que la aleja del desarrollo afectivo. Vemos que la persona receptora
realiza, por imitación, los procesos anímicos que antes se desarrollaron en el
sujeto ; pero esta observación no nos proporciona dato alguno que nos aproxime
al conocimiento de las fuerzas que hacen posible este proceso imitativo.
Podemos decir únicamente que cuando alguien consigue, por ejemplo, sobreponerse
a un afecto doloroso, comparando la magnitud de los intereses universales
con la propia pequeñez individual, no vemos en ello un rendimiento
del humor, sino del pensamiento filosófico, y no logramos tampoco consecución
ninguna de placer al trasladarnos al proceso mental del sujeto. El desplazamiento
humorístico es, pues, tan imposible cuando nuestra atención vigila como, en
igual caso, la comparación cómica, y se halla, por tanto, ligado como la misma a
la condición de permanecer preconsciente o automático.
Sólo considerando el desplazamiento humorístico como un proceso de defensa
podremos establecer algunas conclusiones sobre él. Los procesos de defensa
son los que en lo psíquico corresponden a los reflejos de fuga, y su misión es la de
evitar el nacimiento de displacer producido por fuentes internas. Constituyen,
la más profunda sabiduría y las más nobles intenciones,
y ha hecho de él el representante simbólico de
un idealismo que cree en la realización de sus fines,
cumple exactamente lo que supone su deber y es fiel
a la palabra dada, cesa el héroe cervantino de parecer·
nos cómico. Análogamente a como surgía antes el
placer humorístico por la evitación de sentimientos
emotivos, nace ahora por la perturbación del placer
cómico. Mas estos ejemplos nos alejan en demasía
de los casos simples de humorismo.
pues, una especie de regulación de la vida anímica ; pero por su automatismo llegan
a resultar perjudiciales y tienen, por tanto, que ser sometidos al dominio del pensamiento
consciente. Así, de una clase especial de esta defensa, la represión fallida
ha demostrado que constituía el mecanismo de la génesis de las psiconeurosis.
Podemos ahora considerar el humor como la principal de estas funciones
de defensa, que --a diferencia de la represión-- desprecia sustraer a la
atención el contenido de representaciones ligado al efecto doloroso, y de este
modo domina al automatismo defensivo. Para conseguirlo encuentra además
el medio de despojar de su energía a la preparada producción de displacer y
la convierte en placer sometiéndola a la descarga. Es también sospechable que
sea de nuevo la conexión con lo infantil lo que le permite llevar a cabo esta función,
pues en la vida del niño se producen intensos efectos dolorosos, de los que
el adulto reiría como ríe el humorista de los de igual género que le asaltan en la
edad madura. Aquella superioridad del propio yo, de la que testimonia el desplazamiento
y cuya interpretación podría muy bien encerrarse en la fórmula : «Soy
ya demasiado grande para que esto pueda causarme disgusto», pudiera muy bien
ser el resultado de la comparación efectuada por el sujeto de su yo presente
con su yo infantil. Esta hipótesis parece, hasta cierto punto, robustecida por el
papel que desempeña lo infantil en los procesos neuróticos de represión.
En conj unto, se halla el humor más cerca de la comicidad que del chiste.
Con la primera tiene de común la localización psíquica en lo preconsciente,
mientras que el chiste queda formado, como antes dedujimos, a manera de
transacción entre lo inconsciente y lo preconsciente. En cambio, no tiene el humor
participación alguna en un singular carácter en el que coinciden el chiste y la
comicidad y que quizá no hemos hecho resaltar hasta ahora suficientemente.
Es condición de la génesis de lo cómico que nos veamos impulsados a emplear,
simultáneamente o en rápida sucesión, para la misma función representativa,
dos distintas formas de representación, entre las cuales se realiza luego la «comparación»,
de la que resulta la diferencia de gasto. Tales diferencias de gasto
nacen entre lo extraño y lo propio, lo habitual y lo modificado, lo esperado y lo
sucedido 621 .
En el chiste, la diferencia entre dos diversas interpretaciones que laboran
con distinto gasto adquiere tan sólo un valor con relación al proceso que se
realiza en el oyente. Una de estas interpretaciones recorre, obedeciendo a las
indicaciones contenidas en el chiste, el camino que el pensamiento ha seguido
antes a través de lo inconsciente, y la otra permanece en la superficie y presenta
al chiste como una expresión verbal preconsciente devenida consciente. No
sería quizá muy equivocado derivar el placer que nos produce el chiste oído de
la diferencia de estas dos formas de representación 622 .
Lo que aquí decimos del chiste es lo mismo que antes, cuando desconocía-
621 No temiendo violentar un relato, el concepto
de expectación puede atribuirse, a ejemplo de Lipps.
un amplísimo campo, dentro de lo cómico. a la comicidad
de la expectación ; mas precisamente los casos
más primitivos de la comicidad, que son los que surgen
de la comparación de un gasto ajeno con el propio,
serian Jos que menos se adaptasen a esta hipótesis.
622 Podemos aceptar, desde luego, esta fórmula,
pues no contiene nada que contradiga las conclusiones
a que anteriormente nos ha llevado nuestra investigación
. La diferencia entre los dos gastos tiene que reducirse,
en lo esenciaL a[ gasto de inhibición ahorrado. La
[�lita de este ahorro de inhibición en la comicidad y la
desaparición del contraste cuantitativo en el chiste
condicionarían, dada una total coincidencia de carácter
de las dos distintas labores representativas para la
misma interpretación, la diferenciamos aún la relación del mismo con la comicidad, describiamos di<;:jendo que el
chiste poseía una doble faz, como Jano 623 .
En el humor pasa a último término el carácter que aquí aparece en el primero.
Experimentamos, ciertamente, el placer humorístico allí donde es evitado
un sentimiento emotivo que esperábamos como inherente a la situación, y hasta
este punto cae también el humor bajo el concepto, ampliado, de la comicidad de la
expectación. Mas en el humor no se trata ya de dos formas representativas del
mismo contenido. El hecho de que la situación es dominada por los sentimientos
emotivos de carácter displaciente que deben ser evitados pone fin a la posibilidad
de comparación con el carácter de lo cómico o del chiste. El desplazamiento
humorístico es, en realidad, un caso de aquel aprovechamiento de un gasto sobrante
que tan peligroso demostró ser para el efecto cómico.
(8)
Una vez que hemos logrado reducir también el mecanismo del placer humorístico
a una fórmula análoga a las que hallamos para el placer cómico y
para el chiste, tocaremos el término de nuestra labor. El placer del chiste nos
pareció surgir de gasto de inhibición ahorrado ; el de la comicidad, del gasto de
representación (de catexis) ahorrado , y el del humor, de gasto de sentimiento
ahorrado.
En los tres mecanismos de nuestro aparato anímico proviene, pues, el placer
de un ahorro, y los tres coinciden en constituir métodos de reconquistar, extrayéndolo
de la actividad anímica, un placer que se había perdido precisamente a
causa del desarrollo de esta actividad, pues la euforia que tendemos a alcanzar
por estos caminos no es otra cosa que el estado de ánimo de una época de nuestra
vida en la que podíamos llevar a cabo nuestra labor psíquica con muy escaso
gasto ; esto es, el estado de ánimo de nuestra infancia, en la que no conocíamos
lo cómico, no éramos capaces del chiste y no necesitábamos del humor para
sentirnos felices en la vida.
623 Pero la singularidad de la double face no ha
escapado, naturalmente, a los investigadores. Mélinand,
del que he tomado esta expresión ( «Pourquoi
rit-on ?>>, en Revue des Deux Mondes, febrero 1 895),
encierra la condición de la risa en la siguiente fórmula :
Ce qui fait rire, c'est ce qui est d lafois, d'un cóté, absurde,
et. de fautre, familier. Esta fórmula se adapta más
al chiste· que a lo cómico, pero, sin embargo, tampoco
cubre al primero por completo. Bergson (l. c .. pág. 98)
define la situación cómica por la interférence des séries :
Une sítuation est toujours comique quand elle appartient
en méme temps a deux séries d' évenements absolument
indépendantes, el qu' elle peut s' interpreter a la fois
dans deux sens tout différents. Para Lipps, la comicidad
es ]a «grandeza y pequeñez de la misma cosa>>.
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