sábado, 16 de mayo de 2015

INTRODUCCIÓN AL PSICOANÁLISIS LA DEFORMACIÓN ONÍRICA EN LA FORMACIÓN DE LOS SUEÑOS

LA DEFORMACIÓN ONÍRICA
Comienza este capítulo diciendo:
“Se desde luego que ante mi afirmación de que todo sueño es una realización de deseos y que no existen por tanto, sino sueños optativos, habrán de alzarse rotundas negativas. Se me objetará que la existencia de sueños interpretables como realizaciones de deseos no es cosa nueva y ha sido observada ya por un gran número de autores”, (que cita), pero que el negar en absoluto la posibilidad de otro género de sueños no es sino una injustificada generalización.
En los capítulos anteriores quedaba demostrado que los sueños tras el trabajo de interpretación psicoanalítica, esto es, asociación libre y en la transferencia, (en la escucha del método), tienen sentido y su sentido se mostraba como una realización de deseos.
En el “como” que trabajó en el capítulo anterior, nos planteaba una doble alteridad del sujeto. Otro escenario donde se realiza el deseo y una importante diferencia entre necesidad y deseo, situando ambas en el orden de la palabra o más modernamente dicho, bajo la ley del significante.
Comienza este capítulo con la tesis que trabaja en toda la obra. En este trabajo teórico, que decíamos, trabajo de exposición, donde nos muestra que el sueño es una alta formación psíquica, y donde se nos van a ir planteando, es decir mostrando, los medios para ser producido. También en este mismo trabajo de exposición, trabajo teórico,  Freud, va  planteando un aparato psíquico, con funciones y leyes fijas, desconocidas hasta esta teoría.
No  sólo Freud, ha comprobado que existen  sueños que son realizaciones de deseos, sino que él va a mostrar que todos los sueños, los que se muestran claramente, como los de contenido penoso  y, también  los de angustia, son realizaciones de deseos.
Nos hace una advertencia y es, que esta teoría no reposa sobre los caracteres del contenido manifiesto, sino que se basa en el contenido ideológico que la labor de interpretación nos descubre detrás del sueño.
Dice, confrontemos,  el contenido manifiesto con el latente, y entonces, cabe siempre la posibilidad de que también los sueños penosos y los de angustia se revelen después de la interpretación como realizaciones de deseos.
Habíamos visto en los temas de epistemología, que el concepto de trabajo era una categoría central en este texto, y que uno de los trabajos que diferenciaba esta epistemología era el Trabajo Teórico, donde era producido el concepto de inconsciente. La materia prima para este trabajo, era el relato del sueño, los instrumentos sobre la materia prima eran: La noción de manifiesto y latente, noción extraída de la filosofía, el concepto filosófico de la física, es decir el vacío  formal del principio de constancia de la física y el concepto de aparato psíquico del Texto EL PROYECTO DE PSICOLOGÍA PARA NEURÓLOGOS, de 1985. Entonces,  con estos instrumentos,  Freud va a trabajar  sueños, que no aparecen en el contenido manifiesto como  realización de deseos.
El espíritu científico que se muestra en todo el tiempo de su trabajo se ve claramente, en este enunciado que escribe en este capítulo: “En la investigación científica resulta a veces ventajoso, cuando un problema presenta difícil solución, acumular a él otro nuevo, del mismo modo que nos es más fácil cascar dos nueces apretándolas una contra otra que separadamente. Así, a la interrogación planteada de cómo los sueños penosos y los de angustia pueden constituir realizaciones de deseos, podemos agregar, deduciéndola de las características de la vida onírica hasta ahora examinadas, la de por qué los sueños de contenido indiferente que resultan ser realizaciones de deseos no muestran abiertamente este significado.
Entonces si el sueño  de la inyección de Irma; no es de carácter penoso, y la interpretación lo demostró, como una amplia realización de deseos.
 ¿por qué precisa de interpretación? ¿Por qué no expresa directamente su sentido?, si no es  sólo después del análisis.
Entonces, dice, :“ le daremos  a este comportamiento del sueño, cuyos motivos ignoramos aún, el nombre de «deformación onírica» “.  (Está en el tiempo de exposición, él ya sabe de la deformación onírica, sin embargo el trabajo de escritura, también va produciendo un trabajo de investigación, que se muestra en todos los capítulos). Y,  vuelve a preguntar.  De dónde proviene esta deformación de los sueños?.
Para esto toma un sueño soñado por él, el llamado sueño del tio José.
En la información preliminar explica que dos profesores de la Universidad le habían propuesto para el cargo de profesor extraordinario; hecho que, le sorprende y aunque le causa una gran alegría, conoce que este tribunal, lo desestimará por consideraciones confesionales.
Esa noche que le dan la noticia, Tuvo un sueño de contenido y formas singulares.  Se componía de dos ideas y dos imágenes, en sucesión alternada; mas para el fin que aquí perseguimos nos bastará con comunicar su primera mitad, o sea, una idea y una imagen.
I. Mi amigo R. es mi tío. Siento un gran cariño por él. II. Veo ante mí su rostro, pero algo cambiado y como alargado, resaltando con especial precisión la rubia barba que lo encuadra. A continuación sigue la segunda mitad del sueño, compuesta de otra idea y otra imagen, de las que prescindo, como antes indiqué.
El sueño le parece absurdo y lo rechaza  y dice que procede hacer con él mismo como con un paciente suyo.
Dice: Tu opinión de que este sueño es un desatino no significa sino una resistencia interior contra la interpretación y no debes dejarte vencer por ella. Estos pensamientos me movieron a emprender el análisis. A. L. .
Así, pues, la interpretación es que  en EL sueño quiere, efectivamente, decir que mi amigo R. es un imbécil, como mi tío José.  A su favor está que  si consigue atribuir a motivos distintos, a ser judio, no puede alcanzarle, el veto opuesto a ambos por las altas esferas oficiales. Dice, “Así, no tendré por qué perder la esperanza de ser nombrado. En este sentido actúa, pues, mi sueño, haciendo de R. un imbécil, y de N., un delincuente. En cambio, yo, libre de ambos reproches, no tengo ya nada común con mis dos colegas, puedo esperar confiado mi nombramiento y me veo libre de la objeción revelada a mi amigo R. por el alto empleado del Ministerio; objeción que es perfectamente aplicable a mi caso.
Ahora bien, continúa: “No he conseguido todavía justificar ante mis propios ojos la ligereza con que me he decidido a denigrar a dos de mis colegas, a los que respeto y estimo, sólo por desembarazar de obstáculos mi camino hacia el Profesorado. Claro es que el disgusto que tal conducta me inspira queda atenuado por mi conocimiento del valor que debe concederse a los juicios que en nuestros sueños formamos. Es decir, eso es lo manifiesto. Es disfraz.)
El sueño contenía aún otro fragmento, del que hasta ahora no me he ocupado en la interpretación. El gran afecto que siente por R. En el sueño.
Dice: ¿De dónde proviene este sentimiento?
El cariño que por R. siento en mi sueño no pertenece al contenido latente, esto es, a los pensamientos que se esconden detrás del sueño. Por el contrario, se halla en oposición a dicho contenido, y es muy apropiado para encubrirse su sentido. Probablemente no es otro su destino. Recuerdo qué enérgica resistencia se opuso en mí a la interpretación de este sueño, y cómo fui aplazándola una y otra vez hasta la noche siguiente, con el pretexto de que todo él no era sino un puro disparate.
Dice, “Por mi experiencia psicoanalítica sé cómo han de interpretarse estos juicios condenatorios. Su valor no es el de un conocimiento, sino tan sólo el de una manifestación afectiva”.
El cariño que por R. siento no puedo referirlo a las ideas latentes de mi sueño, pero sí, en cambio, a esta, mi resistencia. Si mi sueño, comparado con su contenido latente, aparece deformado hasta la inversión, con respecto a este punto habré de deducir que el cariño en él manifiesto sirve precisamente a dicha deformación; o dicho de otro modo: que la deformación demuestra ser aquí “intencionada”, constituyendo un medio de disimulación. Mis ideas latentes contienen un insulto contra R., y para evitar que yo me dé cuenta de ello llega al contenido manifiesto todo lo contrario; esto es, un cariñoso sentimiento hacia él.
En el sueño de su amigo R. Y su tío José, lo que nos muestra no es sólo el deseo realizado, ya que esto ya lo sabe, sino que lo que se muestra en este sueño, es decir para todo relato del, sueño, síntoma, delirio, etc., es la censura. El gran afecto que siente por su amigo R. Compensación por la denigración, este gran afecto que siente es una deformación segunda, elaboración secundaria, puesta por la censura.
Podía ser éste un descubrimiento de carácter general. Como hemos visto por los ejemplos incluidos en el capítulo anterior, existen sueños que constituyen francas realizaciones de deseos. En aquellos casos en que tal realización aparece disfrazada e irreconocible habrá de existir una tendencia opuesta al deseo de que se trate, y a consecuencia de ella no podría el deseo manifestarse sino encubierto y disfrazado.
De este necesidad de disfrazar nuestro pensamiento se lamentaba también el poeta: Lo mejor que saber puede/no te es dado decírselo a los niños.
En análoga situación se encuentra el escritor político que quiere decir unas cuantas verdades desagradables al Gobierno. Si las expresa sin disfraz alguno, la autoridad reprimirá su exteriorización, de este modo, temeroso de la censura, atenuará y deformará la expresión de sus opiniones. Según la energía y la susceptibilidad de esta censura, se verá obligado a prescindir simplemente de algunas formas de ataque, a hablar por medio de alusiones y no directamente o a ocultar sus juicios bajo un disfraz, inocente en apariencia.
Cuanto más severa es la censura, más chistosos son con frecuencia los medios de que el escritor se sirve para poner a sus lectores sobre la pista de la significación verdadera de su artículo.
Entonces,  La absoluta y minuciosa coincidencia de los fenómenos de la censura con los de la deformación onírica nos autoriza a atribuir a ambos procesos condiciones análogas de la formación de los sueños, dos poderes psíquicos del individuo (corrientes, sistemas), uno de los cuales forma el deseo expresado por el sueño, mientras que el otro ejerce una censura sobre dicho deseo y le obliga de este modo a deformar su exteriorización.
las ideas latentes del sueño no son conscientes antes del análisis, y, en cambio, el contenido manifiesto de ellas emanado sí es recordado como consciente, podemos sentar la hipótesis de que el privilegio de que dicha segunda instancia goza es precisamente el del acceso a la conciencia. Nada del primer sistema puede llegar a la conciencia sin antes pasar por la segunda instancia, y ésta no deja pasar nada sin ejercer sobre ello sus derechos e imponer a los elementos que aspiran a llegar a la conciencia aquellas transformaciones que le parecen convenientes. Entrevemos aquí una especialísima concepción de la «esencia» de la conciencia; el devenir consciente es para nosotros un especial acto psíquico, distinto e independiente de los procesos de inteligir o representar, y la conciencia se nos muestra como un órgano sensorial que percibe un contenido dado en otra parte. No es nada difícil demostrar que la psicopatología no puede prescindir en absoluto de estas hipótesis fundamentales cuyo detenido estudio habremos de llevar a cabo más adelante.
Entonces, los sueños de contenido penoso pueden ser interpretados como realizaciones de deseos, y vemos ahora que ello es perfectamente posible cuando ha tenido efecto una deformación onírica, esto es, cuando el contenido penoso no sirve sino de disfraz de otro deseado. Dice, Refiriéndose a nuestras hipótesis sobre las dos instancias psíquicas, podremos, pues, decir que los sueños penosos contienen, efectivamente, algo que resulta penoso para la segunda instancia, pero que al mismo tiempo cumplen un deseo de la primera.
El gran afecto que siente, es, si lo quiero tanto en el sueño, es difícil darse cuenta que en realidad el deseo era tratarlo como un imbecil y como un delincuente para que el nombramiento se lo puedan dar.
Es decir el afecto que siente en el sueño, era para pasar sin ser visto el deseo de considerar a su amigo R., delincuente e imbécil.  Es decir gracias a la censura, que  es posible la deformación segunda para que se exprese el deseo.
Entonces queda mostrado que en todo caso que el sueño posee realmente un sentido y que éste es el de una realización de deseos. 
De su gran colección de sueños que ha ido tomando en todo este tiempo de trabajo, toma  algunos de éstos, de los que no muestran en el contenido manifiesto la realización de deseos, algunos de él, también, soñados por diferentes personas, para él, donde claramente en el contenido manifiesto no aparecen como realizaciones de deseos.
 Le dice una paciente: «Dice usted que todo sueño es un deseo cumplido  Pues bien: le voy a referir uno que es todo lo contrario. En él se me niega precisamente un deseo.
El sueño es el siguiente: «Quiero dar una comida, pero no dispongo sino de un poco de salmón ahumado. Pienso en salir para comprar lo necesario, pero recuerdo que es domingo y que las tiendas están cerradas. Intento luego telefonear a algunos proveedores, y resulta que el teléfono no funciona. De este modo, tengo que renunciar al deseo de dar una comida.»
Como es natural, respondo a mi paciente que tan sólo el análisis puede decidir sobre el sentido de sus sueños, aunque concedo, desde luego, que a primera vista se muestra razonable y coherente, y parece constituir todo lo contrario de una realización de deseos. La invita a la asociación.
Análisis. Su marido, un honrado y laborioso carnicero, le había dicho el día anterior que estaba demasiado grueso e iba a comenzar una cura de adelgazamiento. Se levantaría temprano, haría gimnasia, observaría un severo régimen en las comidas y, sobre todo, no aceptaría ya más invitaciones a comer fuera de su casa. A continuación relata la paciente, entre grandes risas, que un pintor al que su marido había conocido en el café, hubo de empeñarse en retratarle alegando no haber hallado nunca una cabeza tan expresiva. Pero el buen carnicero había rechazado la proposición, diciendo al pintor, con sus rudas maneras acostumbradas, que, sin dejar de agradecerle mucho su interés, estaba seguro de que el más pequeño trozo del trasero de una muchacha bonita habría de serle más agradable de pintar que toda su cabeza, por muy expresiva que fuese. La sujeto se halla muy enamorada de su marido y gusta de embromarle de cuando en cuando. Recientemente le ha pedido que no le traiga nunca caviar. ¿Qué significa esto? Hace ya mucho tiempo que tiene el deseo de tomar caviar como entremés en las comidas, pero no quiere permitirse el gasto que ello supondría.
Naturalmente, tendría el caviar deseado en cuanto expresase su deseo a su marido. Pero, por el contrario, le ha pedido que no se lo traiga nunca para poder seguir embromándole con este motivo. Observo además que mi paciente se ve obligada a crearse en la vida un deseo insatisfecho. Su sueño le muestra también realizada la negación de un deseo. Mas ¿para qué puede precisar de un deseo insatisfecho?)
 Después de una corta pausa, como corresponde al vencimiento de la resistencia, la analizante, declara que el día anterior al sueño (restos diurnos),  fue a visitar a una amiga suya de la que se halla celosa, pues su marido la celebra siempre extraordinariamente.
Dice Freud, : «Es como si ante la pregunta de su amiga hubiera usted pensado: "¡Cualquier día te convido yo, para que engordes hartándote de comer a costa mía y gustes luego más a mi marido!" De este modo, cuando a la noche siguiente sueña usted que no puede dar una comida, no hace su sueño sino realizar su deseo de no colaborar al redondeamiento de las formas de su amiga.  Le faltaba un dato a Freud para confirmar  su acercamiento al problema: y, el «salmón ahumado», mencionado en el contenido manifiesto, le hace preguntarle a la paciente: «¿Por qué ha escogido usted en su sueño precisamente este pescado?» «Sin duda - responde- porque es el plato preferido de mi amiga”
Ya hemos visto que contemporáneamente a este sueño, que parecía negarle un deseo, se ocupaba la sujeto en crearse, en la realidad, un deseo no satisfecho (el caviar). También su amiga había exteriorizado un deseo, el de engordar.
Su deseo propio es, efectivamente, que no se realiza un deseo de su amiga. Pero, en lugar de esto, sueña que no se le realiza a ella otro suyo. Obtendremos, pues, una nueva interpretación si aceptamos que la sujeto no se refiere en su sueño a sí misma, sino a su amiga, sustituyéndose a ella en el contenido manifiesto o, como también podríamos decir, identificándose con ella. A mi juicio es esto, dice,  en efecto, lo que ha llevado a cabo, y como signo de tal identificación se ha creado, en la realidad, un deseo insatisfecho. Pero ¿qué sentido tiene la identificación histérica?
la identificación no es una simple imitación, sino una apropiación basada en la misma causa etiológica, expresa una equivalencia y se refiere a una comunidad que permanece en lo inconsciente. La identificación es utilizada casi siempre en la histeria para la expresión de una comunidad sexual. La histérica se identifica ante todo -aunque no exclusivamente- en sus síntomas con aquellas personas con las que ha mantenido comercio sexual o con aquellas otras que lo mantienen con las mismas personas que ella. Tanto en la fantasía histérica como en el sueño basta para la identificación que el sujeto piense en relaciones sexuales, sin necesidad de que las mismas sean reales. Así, pues, mi paciente no hace más que seguir las reglas de los procesos intelectuales histéricos cuando expresa los celos que su amiga le inspira (celos que reconoce injustificados), sustituyéndose a ella en el sueño e identificándose con ella por medio de la creación de un síntoma (el deseo prohibido). Si tenemos en cuenta la forma expresiva idiomática, podríamos explicar el proceso en la forma que sigue: la sujeto ocupa en su sueño el lugar de su amiga porque ésta ocupa en el ánimo de su marido el lugar que a ella le corresponde y porque quisiera ocupar en la estimación del mismo el lugar que aquélla ocupa.
A lo largo de todo el capítulo va ir analizando sueños, el de la paciente que no quiere ir de vacaciones con la suegra, y cuenta en una sesión que sale de viaje con ella. El deseo era contradecir la teoría.  También era negar su teoría, con respecto a otras interpretaciones de su tratamiento.
El condiscípulo de Freud, que nunca alcanzó las notas académicas de F.,  que se hizo abogado, y le dice, que ha tenido un sueño que contradice su teoría, ha soñado que pierde todos los pleitos. El médico que con pocos y justificados ingresos sueña que tiene que comparecer ante una inspección de hacienda. El deseo de llegar a tener que hacerlo por sus ingresos.
Y el sueño de la paciente que sueña la muerte de su sobrino, que tras el análisis, todo era para deformar el deseo de volver a ver al hombre del que estaba enamorada. Y que en próximos días iiba a volver a ver.
La paciente había estado en el velatorio de un sobrino que murió hace años, y donde por última vez vió a este  hombre del que estaba enamorada. Su sueño es  que su otro sobrino, hermano del que murió muere y la paciente lleva el sueño a su sesión.
Y que Freud, tras el trabajo del psicoanálisis, le dice: Su sueño es, por tanto un sueño de impaciencia, que anticipa algunas horas el encuentro que hoy debía realizarse.» Con objeto de encubrir su deseo había escogido la sujeto una triste situación, en la que el mismo había de quedar reprimido, pues es natural que el dolor que experimentamos ante la pérdida de una persona querida aleje nuestro pensamiento de nuestros amores.
Espero que los ejemplos y reflexiones que anteceden bastarán para mostrar -hasta nuevas objeciones- la posibilidad de interpretar también los sueños penosos como realizaciones de deseos. Dice en este capítulo de la deformación onírica, “de todos modos, habré de volver más adelante sobre este tema de los sueños displacientes. Creo asimismo que tampoco podrá ya nadie considerar como una casualidad el hecho de que en la interpretación de estos sueños lleguemos siempre a temas de los que no hablamos sino a disgusto o en los que nos es desagradable pensar. El penoso sentimiento que tales sueños despiertan es sencillamente idéntico a la repugnancias que tiende a apartarnos -con éxito casi siempre- de la reflexión o discusión sobre tales temas, y que todos y cada uno de nosotros hemos de vencer cuando nos vemos obligados a emprender una tal labor. Este sentimiento de displacer, que retorna en el sueño, no excluye, sin embargo, la persistencia de un deseo.
Sólo nos quedan ya por examinar desde este punto de vista los sueños de angustia, los cuales constituyen un orden especial de los sueños de contenido penoso
Pero afortunadamente puedo dejar aquí esclarecida esta cuestión con escasas palabras. Tales sueños no corresponden, en efecto, a una nueva faceta del problema onírico, sino al problema general de la angustia neurótica. La angustia que en sueños sentimos sólo aparentemente queda explicada por el contenido de los mismos.  La angustia no está en ambos casos sino soldada a la representación que la acompaña, y procede de una fuente distinta. La sexualidad, que sabemos que esta teoría le da un carácter más extenso a ésta.
Entonces, está justificado enlazar el carácter displaciente de todos estos sueños al hecho de la deformación onírica y deducir que si se muestran deformados y aparece en ellos disfrazada la realización de deseos hasta resultar irreconocible, es precisamente porque existe una censura, una intención represora orientadas contra el tema del sueño o contra el deseo que de él emana. Entonces, con estos conocimientos dice, queda la fórmula de esta manera enunciada,
El sueño es la realización (disfrazada) de un deseo reprimido .



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